En la playa de L.A. me aborda una niña:
- Hola, soy Jenny. ¿Y tú cómo te llamas?
Continúa:
- Tengo 5 años, ¿y tú?
- ¿Hasta cuánto sabes contar? -le pregunto.
- Hasta treinta.
- ¡Ufff! Pues tengo muchos más de treinta.
- Bueno, sé hasta cien
Le digo mi edad.
- ¡Hala, eso es mucho más que doscientos!
Me temo que es inútil sacarla de su error, pero durante la vuelta a casa hago cálculos:
- ¡Bah! Total, sólo tengo doce veces la edad de Jenny. Sus interminables veranos playeros, sus reyes magos, sus fiestas de cumpleaños... por doce.
Las matemáticas nos acostumbran a multiplicar por cifras absurdas, como 1853 o 27 trillones. Aparentan poderío, pero no rigen nuestra vida, que discurre por cauces mucho más modestos. ¿Cuál es el número de nuestros amigos, de nuestros hijos, de los años que vivimos, de nuestras experiencias importantes...?
Cartel oficial del Año 2000,
Año Mundial de las Matemáticas,
de Miguel Ángel Campano
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